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la fractura entre mendocistas y aranistas en el congreso está llegando a niveles de destrucción moral 

Entendiendo al Frente Amplio

Analizar la división que mantiene a la izquierda parlamentaria partida en dos requiere tomar en cuenta el "pecado original", es decir cuando Marisa Glave, Pedro Francke y otros exaliados de Arana se alejaron de TyL para conformar NP junto a Mendoza.

Carlos A. Bedoya

Publicado: 2017-06-20

Para entender la fractura del Frente Amplio en el Congreso, que está llegando a niveles de destrucción moral, no alcanza con decir que Marco Arana quiere apoderarse de la bancada o que fue por Verónika Mendoza que tenemos veinte congresistas. Además de falaz, eso explica poco. Mucho menos los argumentos donde todo se reduce a que los mendocistas son buenos y los aranistas, malos. 

Analizar la división que mantiene a la izquierda parlamentaria partida en dos: Tierra y Libertad (TyL) de un lado, y Nuevo Perú (NP) del otro, requiere tomar en cuenta lo que algunos analistas llaman el pecado original, es decir cuando Marisa Glave, Pedro Francke y otros exaliados de Arana se alejaron de TyL para conformar NP junto a Mendoza.

También se requiere echar un vistazo a esa especie de estructura del voto de primera vuelta, dibujada con claridad en las últimas tres elecciones y donde el campo nacional-popular tiene más o menos un tercio. Me dirán estructuralista, pero allí están los mapas electorales que muestran el voto que llevó dos veces a Humala a segunda vuelta en 2006 y 2011, y casi a Mendoza el año pasado.

A la luz de los hechos, no es descabellado que Arana piense que en 2016 pudo tener una candidatura presidencial exitosa, pero que su gente limeña de confianza se jugó por Mendoza. Porque sin desconocer la buena performance de la excandidata, lo real es que se le presentó una circunstancia de oro que bien hubiera podido favorecer a Arana u a otro candidato progresista. La salida de Acuña (y en parte la de Guzmán) de la contienda, dejaron a Verónika corriendo sola en la avenida del cambio. Solo Goyo Santos, que avanzó por el margen de su prisión preventiva, pudo quitarle votos.

Es difícil que esa oportunidad vuelva para Arana, porque entre otras cosas, la campaña dejó a Mendoza un espacio político importante. Pero ojo, ella y sus cercanos deben saber que no son dueños de los votos del 16. Basta mirar el desastre de Barrantes en el 90.

Y no es que a Glave o a Francke les hayan faltado razones para dejar el partido donde militaban desde 2009. Tampoco que Arana y el resto de la dirigencia de TyL (sobre todo en regiones) carecieran del derecho a negarse a disolver su partido en pos de un Frente Amplio comandado por Mendoza. Lo importante son las interpretaciones alrededor de todo esto que pueden llevar a cometer errores tan gruesos como el de Diez Canseco, Villarán y Moreno en 2006. Fueron en tres candidaturas distintas para que finalmente un Humala por fuera de la izquierda se lleve los votos radicales del sur.

Al igual que Izquierda Unida, el progresismo de hoy no tiene grandes diferencias programáticas salvo la profundidad y velocidad de las reformas. Ya sabemos que el debate en torno a la guerra de esos años, como el del ecologismo hoy, solo sirve para obstaculizar una convergencia electoral potente. Lo constante parece seguir siendo las pocas ganas de gobernar.


Escrito por

Carlos Bedoya

Periodista y abogado. Interesado en política, economía y sociedad @cbedoyam


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Disidencias

reflexiones, artículos, entrevistas, reportajes e investigación sobre política, economía, sociedad, género e historia.