Las primeras alcaldesas del Perú
Elegidas en 1945 en Huancané, Urubamba, Arequipa y Matucana
Dora Madueño (Huancané), Angélica Zambrano (Urubamba), Eva Morales (Arequipa) y Susana León (Matucana) que ocuparon por primera vez la conducción municipal en el Perú han sido olvidadas por la historia. En este artículo de investigación, además de registrar este hecho, se exploran algunas consideraciones de género que hicieron posible tal experiencia en el caso específico de Dora Madueño, primera alcaldesa del Perú.
A pesar de la gran labor de estudio y registro que realizan diversas investigadoras peruanas, aún queda bastante terreno para terminar de construir la historia de la participación política de las mujeres en el Perú. Especialmente en el periodo 1945-1948, cuando se da el primer momento de acceso efectivo de muchas mujeres a la función pública.
Investigaciones como las de Roisida Aguilar (2002, 2006 y 2011), Sara Beatriz Guardia (2013), Diana Miloslavich (2015), Fanni Muñoz y Violeta Barrientos (2018), Karen Poulsen (2018), Karen Bernedo (2018), Sofía Pachas (2019), entre otras, han puesto luces en la agencia y el proceso de liberación de las primeras políticas peruanas para acceder al sufragio y la ciudadanía.
Gracias a ellas hemos conocido a las primeras mujeres que ejercieron la función pública. Por ejemplo a las primeras regidoras municipales designadas en el segundo semestre de 1945, primer año del gobierno del abogado arequipeño, José Luis Bustamante y Rivero. Sin embargo, como vemos en el caso de las alcaldesas Madueño, Zambrano, Morales y León, falta poner más luz en ese período.
Ese primer momento de concreción de la ciudadanía femenina en forma de participación política tuvo como precursoras, entre otras, a Zoila Aurora Cáceres, Magda Portal, Ángela Ramos y a la propia María Jesús Alvarado, precisamente una de las primeras regidoras.
La investigadora feminista Diana Miloslavich, desde su labor en el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, nos mostró a las primeras regidoras peruanas. En su artículo "Feminismo y sufragio 1931-1955” publicado en el número 14 de la revista Elecciones de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (2015) , Miloslavich dio cuenta de la participación de María Jesús Alvarado, Susana Solano, Virginia de Izaguirre y Beatriz Cisneros como regidoras de la Municipalidad de Lima. Así como de Alicia Cox de Larco y Luisa Benavides de Porras en el municipio de Miraflores; y Ana Chiappo de Mariátegui y Haydée Bahamonde en el distrito de Surco.
La antropóloga visual Karen Bernedo en la exposición investigada y curada por ella misma en 2018: "Las Primeras, mujeres al encuentro de la historia" puso en imágenes este momento de acceso femenino a la función pública mediante una serie de recortes del diario “La Tribuna” de octubre de 1945, incluyendo a más mujeres regidoras en Cajamarca y otras ciudades, dándo la pista además, para encontrar el registro de prensa de Dora Madueño y Angélica Zambrano como primera y segunda alcaldesa, y de Eva Morales y Susana León como primera y segunda teniente alcaldesas respectivamente.
Ya había tenido conocimiento de un reporte de La Tribuna en el caso de Dora Madueño (1916-2013) como primera alcaldesa por referencia de sus hijos sobrevivientes aunque no contaban con la fecha exacta de publicacion. Ello en el marco de la investigación que realizo para obtener el grado de magister en género y desarrollo por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Bernedo me dio los parámetros temporales para facilitar la búsqueda de archivo.
Durante una semana, en la Hemeroteca Nacional, empecé a mirar página por página los ejemplares disponibles de los meses de septiembre, octubre y noviembre de 1945 del diario La Tribuna, órgano de prensa del Partido Aprista Peruano (APRA) que dejó de ser una publicación clandestina ese mismo año. Allí encontré evidencia de la designación de Dora Madueño como alcaldesa a fin de sustentar el proyecto de tesis: "Dora Madueño: primera alcaldesa del Perú en 1945".
No solo buscaba incluir a Madueño en la historia política de las mujeres peruanas, sino responder a la pregunta: ¿qué condiciones, además de la coyuntura política, y el marco jurídico, y desde una perspectiva de género hicieron posible en ese momento y ayudan a entender en la actualidad la designación de una mujer como alcaldesa en el sur del Perú en 1945?
El supuesto de investigación está centrado en cómo una mujer de ese tiempo, siendo objeto de intercambio de dones entre hombres para constituir relaciones entre ellos como el parentesco por ejemplo, había dialogado con estos pactos masculinos para llegar a ser alcaldesa. Una mezcla de agencia con estructura.
Ese razonamiento hizo que no sólo buscara describir el hecho, sino me obligó a escudriñar en el sistema de género para comprender las disputas y los acuerdos que rompieron una inercia en la que la función pública institucional estaba reservada exclusivamente a los sujetos masculinos en el Perú hasta 1945. Pero sobre todo, a estudiar la lucha de las mujeres peruanas por el sufragio y la ciudadanía desde muchos años antes del cuarenta y cinco, tomando como referencia momentos como "el año de 1924, cuando la intelectual peruana Zoila Aurora Cáceres fundó la asociación Feminismo Peruano, institución que por primera vez lucho decididamente por los derechos políticos de las mujeres” (Aguilar, 2011, p. 309). Las peruanas, igual que otras mujeres de América y Europa, se ganaron a pulso la ciudadanía. Tuvieron aliados, pero no fue sólo por ellos que consiguieron sus derechos civiles y políticos.
En el curso de esta investigación, además de las cuatro alcaldesas mencionadas, también encontré que Alicia Cox de Larco fue la primera mujer en presidir una Junta Municipal (Miraflores, Lima) para la designación del alcalde miraflorino Guillermo Ureta Del Solar. Eso consta también en el diario La Tribuna, específicamente en la página 10 de la edición del lunes 8 de octubre de 1945. La primera pista del papel de Alicia Cox como autoridad municipal de Miraflores me lo dio la historiadora Gabriela Adrianzén durante la I Jornada de Estudios de Género y las Mujeres en la Historia del Perú (Lima, octubre de 2018).
Según Donna Haraway (1995), todo conocimiento es situado, por ello es necesario hacer explícito desde donde se habla. Mi interés en este tema también se relaciona con la reconstrucción de mi historia familiar. Dora Madueño fue mi abuela paterna, y tengo en mi memoria varias conversaciones con ella en los años ochenta y noventa sobre estos hechos, lógicamente mediadas y opacadas por el paso del tiempo.
Cuento con el documento original que contiene el discurso pronunciado por Dora Madueño ante la Junta Municipal Transitoria de Huancané al momento de asumir el cargo en 1945. También con la fotocopia de una carta firmada por el dirigente aprista Andrés Townsend que la reconoce en 1981. Asimismo con algunas fotografías de Dora cuando se desempeñaba como alcaldesa y un cuaderno de notas, discursos y poemas escrito de su puño y letra en la década del treinta del siglo pasado (archivo familiar). Finalmente, desde hace unas semanas encontré el registro periodístico del que he seleccionado algunas imágenes para este texto.
Ese registro me permitió descubrir también la experiencia de Angélica Zambrano, segunda alcaldesa del Perú en Urubamba. Con fecha 1 de noviembre de 1945, La Tribuna publica en su sección Provincianas la siguiente noticia: “ALCALDESA EN URUBAMBA (Cusco).- Ha sido designada la antigua normalista c. Angélica Zambrano. Todos los demás miembros de la comuna pertenecen al Partido del Pueblo. Saludamos al c. Polay.”. No cuento con ninguna información adicional de Zambrano, salvo que era aprista y maestra.
Asimismo, la evidencia sobre la designación de Eva Morales, primera teniente alcaldesa del país en la ciudad de Arequipa. El 8 de octubre de 1945, La Tribuna publica en la página 11, la noticia: "EVA MORALES, LÍDER DEL PARTIDO DEL PUEBLO ES ELEGIDA TENIENTE ALCALDE". La nota señala que fue un día antes, el 7 de octubre, la designación en este cargo. De Eva se dice que es escritora y líder aprista y que compaña en la gestión municipal al alcalde, Pedro P. Díaz, industrial exitoso bastante conocido en el sur del Perú en esa época.
Finalmente, tomé nota de Susana León, segunda teniente alcaldesa del país, designada en Matucana, provincia de Huarochiri, departamento de Lima. El sábado 13 de octubre de 1945, La Tribuna en la página 12 informa: “Se ha instalado el nuevo Municipio de Matucana” en la que pone los nombres de todos sus integrantes resaltando la figura de Susana León de Dávila como teniente alcaldesa, acompañando al alcalde Fabián Ruiz. Todos los regidores consignados son hombres con excepción de León. Sobre ella, el 3 de noviembre, La tribuna pone una fotografía y una reseña que la identifica como fundadora del APRA en 1930 junto a Magda Portal.
He encontrado a muchas mujeres más en el registro de La Tribuna que en 1945 fueron regidoras en municipios de todo el país como Teodolinda de Camuzzo (La Victoria, Lima), María Alicia Yépes de Fernán Zegarra (El Cercado, Cusco), Junia Rodríguez (San Jerónimo, Cusco), Elda del Águila (Maynas), entre otras de las que no tengo mayor pista que las publicaciones de ese diario. La gran mayoría de ellas fueron apristas, en un escenario donde el entonces llamado “Partido del Pueblo” había copado los municipios.
En 1945, Magda Portal era aún un referente político femenino central del aprismo; promotora de la participación política de las mujeres en los municipios. En el artículo “La Mujer en los Municipios”, Portal señala:
“Dos alcaldesas y numerosas concejales forman el nuevo equipo femenino que frente a las Comunas del país van a probar hasta qué punto la mujer tiene un amplio sentido de responsabilidad y un anhelo sincero de ser útil, más allá del límite reducido del hogar, ampliándolo hasta su ciudad (…) A la mujer en esta primera prueba en que se le ofrece a ella la oportunidad de demostrar de lo que es capaz cuando se señala una responsabilidad, está trabajando con todo su fervor y su entusiasmo, segura de que su éxito es el éxito de la Mujer Peruana, a quien recién se hace justicia…”. (La Tribuna, 19 de octubre de 1945)
Hay mucho material por analizar solo en estos tres meses de publicaciones de La Tribuna. Se trata de un momento clave de la historia peruana para construir un relato distinto sobre la participación política de las mujeres en el Perú más allá del acceso efectivo al voto universal al final de la dictadura del general Odría (1956).
A continuación expongo un extracto de la investigación que realizo sobre Dora Madueño como primera alcaldesa.
Historia, ciudadanía y género en el Perú: el caso de Dora Madueño
Tal como ha dicho Michelle Perrot (2008), un obstáculo para construir la historia de las mujeres es la falta de documentación y registro público y privado. Cuando agrega que “en el teatro de la memoria, las mujeres son sólo sombras” (p. 26) hace una alegoría de la selección social y sexual de las huellas históricas.
Este fenómeno historiográfico tiene que ver con lo que Bourdieu (2016) denominó “dominación masculina” al estudiar las relaciones asimétricas de género que conllevan una jerarquización arbitraria de la vida social basada en la diferencia sexual. El “orden masculino” necesita reproducirse de “época en época” para su permanencia. Ese trabajo histórico de deshistorización que nos mostró Pierre Bourdieu explica la exclusión de las mujeres en especial en relación con instituciones centrales del espacio público como la Iglesia, el Estado o la Escuela.
En ese orden social donde solo interesa la historia de los hombres, una práctica común según Perrot, es la pérdida de cartas, fotografías, diarios y demás evidencia de la historia de las mujeres. Incluso, muchas de ellas destruyen su propio registro personal en la ancianidad (Perrot, 2016, pp. 13-47). Algo que pareciera no tener sentido, lo adquiere cuando entendemos que el poder masculino no solo subordina a las mujeres, sino que las configura. En palabras de Judith Butler “el poder que en un principio aparece como externo, presionado sobre el sujeto, presionando al sujeto a la subordinación, asume una forma psíquica que constituye la identidad del sujeto” (2018, p. 13).
Con eso nos enfrentamos al intentar reconstruir historias como las de Dora Graciela Madueño Palacios (1916-2013), que en 1945 y a los 29 años de edad fue designada alcaldesa por los concejales – la mayoría hombres - de la Junta Municipal Transitoria de Huancané en Puno, altiplano sureste de la República del Perú, límite con Bolivia.
La evidencia más certera de este hecho se encuentra en la publicación del miércoles 24 de octubre de 1945 en el diario aprista La Tribuna donde aparece una foto entera de pie de Dora Madueño con el título de alcaldesa y una reseña que dice: “Compañera Dora Madueño de Bedoya, Alcaldesa de Huancané. La c. Bedoya es una entusiasta militante del Partido del Pueblo, y es la primera mujer que ha llegado a este alto puesto municipal en la historia del Perú.” (La Tribuna, 24 de octubre de 1945).
Dora Madueño fue la primera alcaldesa del país y una de las primeras autoridades municipales femeninas de América Latina, luego de la chilena Alicia Cañas, alcaldesa de Providencia (1935), y la mexicana Aurora Meza, alcaldesa de Chilpancingo (1938), ambas elegidas por voto popular en un contexto de organización y reivindicación por la liberación de las mujeres (1).
Desde las fundadoras del feminismo moderno del siglo XIX como Flora Tristán, hasta la avanzada intelectual de María Jesús Alvarado, y política de Magda Portal en la primera mitad del siglo XX, por citar solo algunos ejemplos, muchas mujeres dieron pelea para constituirse como sujeto histórico (Guardia, 2013). Pero eso no bastó para incluir en el registro histórico de la participación política de las mujeres casos como el de Dora Madueño. Hacerlo setenta y cuatro años después y usando al género como categoría de análisis plantea varios retos.
No es suficiente explicar las condiciones políticas y jurídicas que hicieron posible y legitimaron tal experiencia en un momento histórico complejo para la participación política de las mujeres. No es suficiente decir que la coyuntura electoral de 1945 fue semicompetitiva y de cambio o alternancia de gobierno (López, 2018, pp. 136 y 137), que permitió que el APRA (2) ingrese al Congreso y a algunos ministerios. O que la base jurídica estaba en el artículo 86 de la Constitución de 1933 y en la Ley N° 10233. Esos hechos son importantes, pero es fundamental abordar el sistema de intercambios y jerarquías de esa complejidad.
Incorporar al género como una categoría de análisis en este caso, como aconseja Joan Scott (1985), significa mirar en la diferencia sexual, el sistema de parentesco y la subjetividad particular, los principales elementos que constituyen las relaciones sociales. Todo ello en clave de símbolos culturales con sus respectivas normas sociales derivadas. Y en ese extremo se debe tener especial mirada sobre los pactos masculinos que enmarcaron la participación política de las mujeres en los gobiernos municipales en 1945.
No es suficiente afirmar que “mediante esa ley (10233) se nombró como concejalas de la Municipalidad de Lima a María Jesús Alvarado, Susana Solano, Virginia de Izaguirre y Beatriz Cisneros; en la de Miraflores a Alicia Cox de Larco y a Luisa Benavides de Porras” (Poulsen, 2018, p. 127).
Se necesita contar un relato que se aproxime a la experiencia subjetiva de una mujer que asumió una función pública muy singular en su época, mirando el sistema sexo-género (Rubin, 2015), los intercambios de dones (Mauss, 2009) entre hombres en la política pero también en la constitución del parentesco (Levi-Strauss, 2017), el contrato sexual (Pateman, 1995), los pactos de la fratria masculina (Amoros, 2008), y las intersecciones de etnicidad, clase, con especial crítica la “naturalización” en la línea planteada por Verena Stolcke (2000).
¿Qué significó ser mujer en el Perú de 1945? dependerá de la clase y la etnicidad, pero sobre todo de la opresión del sistema de género. Es decir, ¿qué tipo de mujer fue Dora Madueño en ese momento y en qué medida el diálogo entre su agencia personal y los pactos masculinos entre su esposo y los hombres de Huancané y entre éstos y la dirigencia nacional del APRA permitieron que llegue a ser alcaldesa?
En primer lugar, el modelo “Ángel del hogar” descrito por Francesca Denegri (2004) nos acerca a lo que la sociedad aún esperaba de Dora Madueño en los años cuarenta: una mujer dedicada al espacio doméstico, a sostener la familia como base del estado-nación; con obediencia a su esposo y protegida por él; predeterminada a la crianza y cuidado de infantes en su rol de esposa/madre/responsable de la felicidad de quienes la rodeaban; sin gozar de todos los derechos civiles, políticos, y subordinada al varón, con restricciones educativas y laborales para desempeñarse en el espacio público.
Sin embargo, las disidencias contraculturales de muchas mujeres en el Perú y América Latina en las primeras décadas del S.XX irrumpieron en ese orden, modificando los patrones, roles y guiones de género. Dora Mayer, Ángela Ramos, Zoila Aurora Cáceres, Teresa Gonzales de Fanning, etc. y sus predecesoras Juana Manuela Gorriti, Clorinda Matto de Turner, Mercedes Cabello y muchas más, cuestionaron desde las letras, la poesía, el periodismo y la organización política, el modelo asignado a la mujer (Guardia, 2013).
Al inicio de la década del treinta, el papel de la mujer en la política se empezó a plasmar no solo en el campo de la lucha sufragista, sino de la propia organización partidaria. La aparición de mujeres políticas ubicadas en corrientes ideológicas radicalmente opuestas como Yolanda Coco del Partido Unión Revolucionaria (PUR) y Magda Portal del Partido Aprista Peruano (PAP), y las respectivas secciones femeninas partidarias, da cuenta de ello.
En 1945, año en que Dora Madueño fue designada alcaldesa de Huancané, hubo elecciones generales. El presidente electo el 10 de junio de ese año fue el abogado arequipeño José Luis Bustamante y Rivero, candidato por el Frente Democrático Nacional (FDN), agrupación integrada por varias organizaciones políticas entre ellas el APRA, que si bien se encontraba proscrito desde la década de los treinta, tenía una fuerte organización de masas que le garantizaban una considerable votación. En esa nueva correlación, donde el APRA logró acumular mucha fuerza, se promovió rápidamente desde el Congreso la aprobación de la Ley N° 10233, disponiendo el establecimiento de Juntas Municipales Transitorias elegidas por Asambleas Electorales Municipales (3).
Dicha ley estableció que para renovar la administración comunal se establezcan de inmediato Juntas Municipales Transitorias elegidas mediante una asamblea municipal representativa de la sociedad (4), en tanto se sentaban las bases para las elecciones municipales (Art. 1), las mismas que debían realizarse antes del primer trimestre de 1946 (Art. 2). Con la presencia y arraigo multitudinario que tenía el APRA en el país en ese momento, más que cualquier otra agrupación política, las Juntas Municipales Transitorias significaron un espacio de gran influencia aprista. Se trataba de una especie de resultado colateral de las elecciones de junio de ese año donde el APRA había sido el factor clave para el triunfo de Bustamante y Rivero. Era lógico por tal motivo que las Juntas fueran copadas por el llamado Partido del Pueblo (5). Dora Madueño fue ganada por las ideas apristas en esos años, denominándose ella misma la primera alcaldesa de Víctor Raúl (6).
Los marcos políticos y jurídicos son también circunstancias que explican que una mujer en la década del cuarenta del siglo pasado llegue a ser alcaldesa; considerando especialmente que antes de haber ejercido su derecho constitucional a elegir y ser elegida en el sistema político-electoral peruano, salga del ámbito privado de su hogar para ocupar un espacio público como autoridad municipal.
¿Cuál era el papel de las mujeres en los partidos políticos y cómo Dora ingresó al APRA? es sin duda una pregunta pertinente. Sin embargo, si solo se abordan ese tipo de aspectos con un sesgo claramente androcéntrico donde se estudia lo que los sujetos masculinos consideran importante, ocultando los cambios en las prácticas sociales, reproductivas, sexuales, entre otros elementos que dan forma al Estado y a las instituciones públicas en general (Harding, 1987), no se podrá apreciar cómo Dora Madueño organizó su vida considerando que estaba casada y tenía una hija y cuatro hijos en el momento de su designación. ¿Qué significó esta experiencia en su vida? Además de entender la particularidad de ser elegida por una asamblea conformada solo por hombres.
Al revisar la historia de la participación política de las mujeres en el Perú, se puede afirmar que muchas de ellas han accedido al espacio público gracias a su agencia personal en diálogo con pactos masculinos. Sin perjuicio de la lucha femenina por entrar en la política como sujetos, los pactos políticos entre hombres donde las mujeres son objeto de intercambio, ubican a la mujer-objeto en lo público, pero de manera subordinada (Bedoya, 2019). Este es un aspecto a considerar en el análisis de este caso, pues puede constituir un modelo para considerar en otros contextos en que las mujeres accedieron a la política institucional como en las elecciones generales de 1956 por ejemplo.
“(…) En las elecciones presidenciales Odría pensaba que el voto de la mujer sería conservador, por lo que encontraría un potencial aliado (…) El voto de la mujer en las elecciones presidenciales fue, así, el resultado de una maniobra política del dictador de turno, pese a haber sido una larga lucha de mujeres y asociaciones feministas que realizaron diversas acciones por conquistar sus derechos”. (Muñoz, 2019, p. 466)
El derecho al voto de las mujeres en elecciones generales se da durante la dictadura militar de Manuel A. Odría (1948-1956), y no en la coyuntura de transición liberal en que se planteó por primera vez en un espacio de debate oficial: la Asamblea Constituyente de 1931, cuando la propuesta de otorgar el derecho a voto para las mujeres en todas las elecciones se redujo a la de voto municipal y cualificado a la condición de esposa o madre de familia (7). En ambos casos la discusión fue influenciada por los pactos masculinos pero en diálogo con las luchas feministas por el acceso pleno a la ciudadanía.
Un extracto de la entrevista que hizo la feminista Martha Rico en 2008 a María Colina de Gotuzzo, una de las primeras ocho parlamentarias peruanas electas en 1956, deja ver los pactos entre hombres para que una mujer acceda a la política:
“-¿Cómo se inició su vínculo con la política?
-(…) Mi hermano Ulises era el que cargaba a Víctor Raúl, era soldado raso y hubo un levantamiento en el norte, resultó preso y estuvo en El Frontón por diez años, se escapó a nado. Mi contacto directo con la política se inició con Manuel Seoane Corrales, quien fue el segundo de Haya de la Torre, un hombre muy inteligente, con él trabajé tres años. Participé en una convocatoria para trabajar en el Diario La Tribuna como secretaria, que él dirigía, y fui seleccionada para el puesto por mi buena puntuación. Manuel Seoane me dictaba los editoriales. Tenía 18 años cuando empecé a trabajar en el diario y al poco tiempo me dijo que fuera a trabajar con él en el Congreso (…)
-¿Cómo fue el proceso de ser candidata al Parlamento?
-En el 56 fueron las elecciones y Víctor Raúl tuvo la gentileza de ponerme en la lista porque soy del departamento de La Libertad (...)”. (Rico, 2008, pp. 15-17)
Esta lógica no se aplica en todos los casos. Hay muchas mujeres que han accedido al poder político directamente en calidad de sujetos. Desde María Jesús Alvarado que en 1945 fue regidora de Lima como vimos antes, hasta las congresistas Indira Huilca, Marisa Glave, Tania Pariona, María Elena Foronda o Katia Gilvonio en la actualidad, por citar algunos ejemplos. Como ellas, otras mujeres también han logrado ocupar el espacio público sin necesidad de participar como mujeres-objeto en el intercambio de favores (dones) entre un grupo de hombres.
Sin embargo, otras mujeres interesadas en política sí tuvieron que interactuar con estos pactos masculinos. Podemos ver por ejemplo un extracto significativo del discurso de asunción de Dora Madueño en 1945:
“(…) agradezco, a todos los señores Concejales, desde lo más íntimo de mi corazón, por la designación con la que acaba de honrarme, en forma tan inmerecida para mí. Sé que sólo el impulso de las nuevas ideas es el que os ha guiado en tal designación porque fuera de mi fe en los ideales democráticos i de mi entusiasmo juvenil creía no tener méritos para presidir esta Junta Municipal. Bien sabéis vosotros que la mujer tiene ya una función social que cumplir. No podía estar eternamente asida al brazo protector del varón, en actitud de perenne renunciamiento. Debía incorporarse al carro de la nación, como unidad activa (…)”. (Madueño, 1945)
La mayoría de los concejales eran varones, y su esposo, Julio Bedoya Huerta Mercado, era un hombre con poder que había llegado a Huancané como ingeniero responsable por el Ministerio de Fomento para construir la carretera Juliaca-Frontera con Bolivia. Allí se habría producido un sistema complejo de dones (favores) entre hombres de dos niveles.
El primer nivel de dones se habría producido entre la dirigencia del APRA y los hombres de Huancané que habían ayudado en el periodo de la gran clandestinidad; y el segundo, entre éstos y el esposo de Dora Madueño, derivado de las relaciones económicas en el marco de un Estado patrimonialista. Este sistema de intercambio explica en parte que Dora Madueño haya sido alcaldesa, sin menoscabo de toda su agencia personal.
Precisamente, estas ideas están en debate en la actualidad. De hecho como afirma la historiadora Gabriela Adrianzén en un reciente post que publicó en redes sociales a propósito de la presentación del libro "Zoila Aurora Cáceres y la Ciudadanía femenina, la correspondencia del feminismo peruano" de Sofía Pachas, el voto universal a las peruanas no lo dio un dictador (Odría), sino que fue fruto de la lucha de las mujeres.
Sobre la gestión de Dora Madueño he podido registrar algunos hechos relevantes como el nombramiento de la regidora Armida E. de Gonzales en la función de inspectora de bibliotecas y espectáculos públicos de Huancané (La Tribuna, 6 de noviembre de 1945). Asimismo, una protesta de maestros contra la escala salarial presentada en el Congreso (La Tribuna, 29 de octubre) y la sospecha de violación de correspondencia (cartas y telegrama) en la oficina de correos que ameritó una investigación (La Tribuna, 27 de octubre de 1945). La acción de la Junta Municipal de Huancané presidida por Dora Madueño puso énfasis en la lucha contra el contrabando de ganado en la frontera con Bolivia (La Tribuna 5 de noviembre), y la celebración de la Navidad del Niño del Pueblo, acto político organizado en diciembre de ese año por casi todos los municipios de aquel momento (La Tribuna, 16 de noviembre de 1945).
El escenario es Huancané de los años cuarenta del siglo pasado. Una ciudad fronteriza del Perú oligárquico pre reforma agraria, con señores criollos dueños de la tierra y del comercio ubicados en el centro de la urbe. Y en los cantos, una población indígena oprimida. Un lugar muy complejo donde décadas atrás se había producido una de las más brutales represiones estatales contra una rebelión. Nos referimos a la llamada rebelión liberal de Juan Bustamante, aunque no ahondaré más en ello por razones de espacio. Al respecto se pueden revisar los textos de José Luis Renique: La Batalla por Puno (2016, pp. 39-47), o de Sergio Tejada: Tras los Pasos de Juan Bustamante (2019), entre otros.
En todo caso ¿por qué Huancané del 45 fue el espacio para que una mujer peruana sea por primera vez alcaldesa?
Esta pregunta es compleja y en ese extremo no sirven solo los supuestos del intercambio de dones en los pactos masculinos en diálogo con la agencia personal y colectiva de Dora Madueño (que no hemos caracterizado en este texto pero es amplia en carácter, formación y redes), sino que es pertinente considerar e intersectar otros elementos como la lucha feminista por la ciudadanía y sus aliados en Puno, y en el propio Huancané en los periodos anteriores.
Un ejemplo es la iniciativa legislativa del diputado Dante Castañola, representante en el Congreso de 1941 por Huancané, presentada en el Parlamento Nacional a solicitud del Comité Nacional Pro-Derechos Civiles y Políticos de la Mujer, presidido por Elisa Rodríguez Parra. El objetivo era reformar el artículo 86 de la Constitución de 1933 y ampliar el voto municipal cualificado de las mujeres a un voto universal (Aguilar, 2011, pp. 322-323). En 1953, nuevamente un representante parlamentario por Puno, Francisco Pastor, presentó una iniciativa en ese mismo sentido. Aunque estos proyectos de reforma constitucional no vieron la luz, se relievan dentro de la lucha feminista por la ciudadanía en alianza con sujetos masculinos y no necesariamente en diálogo con sus pactos.
En efecto, se debe mirar el papel de la lucha social de las mujeres por ciudadanía, sin perder de vista las intersecciones del género con la clase y la etnicidad.
Un supuesto en ese sentido es la experiencia de estas políticas considerando si eran "capitalinas" o "provincianas", "mistis" o "blancas", "ricas" o "pobres", con más o menos formación y todas las condiciones de partida para entrar al espacio público, es decir qué tipo de agencia se desprende de estas intersecciones: ¿dialogando con pactos masculinos en calidad de objeto, o de frente como sujetos políticos que tenían aliados hombres?
Para terminar, las circunstancias en que Dora Madueño deja el cargo de alcaldesa de Huancané aún no son exactas en la actual etapa de esta investigación. Lo cierto es que coinciden con el traslado de toda su familia a Arequipa en algún momento de 1946.
Notas finales
(1) Después de ellas vendrían la uruguaya Amabilia Márquez, alcaldesa de Rocha (1654), la colombiana María Raquel Puentes, alcaldesa de Tibasosa (1963), la argentina Gladys Janik, alcaldesa de Saénz Peña (1966), la ecuatoriana María Murgeuytio, alcaldesa de Riobamba (1983) y la brasileña Luiza Erundina, alcaldesa de Sao Paulo (1989) y muchas más. No hay precisión sobre el caso de la boliviana María Osio Leytón que habría sido alcaldesa de Camataqui también entre las décadas del treinta y cincuenta del siglo pasado. Toda esta información se encuentra disponible en internet.
(2) Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA).
(3) Dada en el Congreso Peruano el 4 de septiembre de 1945 siendo José Gálvez presidente del Senado y F. León de Vivero diputado presidente. La ley se promulgó ese mismo día por el presidente José Luis Bustamante y Rivero para que se publique y se cumpla.
(4) El artículo 4 de la Ley N°10233 establece que el fiscal más antiguo de cada departamento convoque y presida una asamblea electoral municipal compuesta por delegados de diversas instituciones como el Colegio de Abogados, Sociedad de Beneficencia, Jefe Militar Policial, Asociación de Maestros, Organizaciones de Obreros, Cámara de Comercio, entre otras. Ellos serían los encargados mediante voto secreto de elegir a los miembros de cada Junta Municipal Transitoria.
(5) Nombre que el APRA adoptó en la clandestinidad para integrar el Frente Democrático Nacional liderado por Bustamante y Rivero.
(6) En referencia al nombre del fundador y líder histórico del APRA, Víctor Raúl Haya de la Torre, conocido por su militancia como “el jefe”.
(7) Artículo 86 de la Constitución de 1933: “gozan del derecho de sufragio los ciudadanos que sepan leer y escribir; y en elecciones municipales, las mujeres peruanas mayores de edad (21 años) las casadas o que lo hayan estado, y las madres de familia, aunque no hayan llegado a su mayoría de edad.”
Referencias bibliográficas
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