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Lo Mismo Lo Distinto

Trece obras de la literatura peruana en forma de tejidos delirantes

Publicado: 2023-07-10
A continuación, una breve reseña a modo de respuesta a Lo Mismo Lo Distinto: tejidos delirantes, una reciente expresión del teatro contemporáneo nacional que va hasta el domingo 16 de julio del 2023 (7pm) en lo que fuera la Estación de Desamparados (hoy Casa de La Literatura) al lado del Palacio de Gobierno y en frente del Bar Cordano en pleno centro de Lima.
Respuesta a un juego compartido

¿Lo ajeno es lo mismo? ¿El otro es lo mismo? ¿Qué es lo mío, qué es lo nuestro? ¿Es esto último lo distinto, lo que puede mutar?

Estas y otras cuestiones que nos presenta el grupo teatral El Quipu Enredado en Lo Mismo Lo Distinto, son en realidad respuestas performáticas a cinco obras de literatura dramática, cuatro poesías y cuatro piezas de narrativa peruana tras un lúdico ejercicio de pensamientos, emociones, deseos y necesidades que Conny Betzabé, Godo Lozano y Francisco Rodríguez realizaron bajo la dirección de Roberto Sánchez Piérola.

Se trata de casi sesenta minutos de incesante - y por momentos angustiosa - búsqueda de identidad colectiva en un momento muy pertinente de la vida política y social del Perú. Una danza de encuentros y desencuentros a varios niveles e infinitas posibilidades teniendo como telón invisible una crisis de la que todos, espectadores y actores, somos conscientes y que al parecer no tiene alternativas.

¿Qué es lo mismo y qué es lo distinto en la vía crucis peruana del bicentenario?

Para encontrar alguna pista El Quipu Enredado decidió navegar por - e impregnarse de - las palabras de doce autores peruanos que entre 1947 y el 2011 colocaron, desde diferentes miradas y ámbitos, a la “identidad” como el meollo de un país que estaba en construcción, pero que ahora parece más bien disuelto.

Como no podía ser de otra manera, y al mismo tiempo de muchas más, la dramaturgia de Lo Mismo Lo Distinto se construyó como un juego compartido donde los tres actores tejen y dejan fluir múltiples personajes que hacen dialogar al Amor, Gran Laberinto (1947) de Sebastián Salazar Bondy; a La Ciudad de los Reyes (1967) de Hernando Cortés; a Tierra o Muerte (1986) también de Cortés; a Qoyllur Ritti (1998) de Delfina Paredes; a Nuestra Señora de los Desmadres (2011) de Alfredo Bushby; a La Mano Desasida (1961) de Martín Adán; al Hotel del Cusco (1972) de Pablo Guevara; a Limpios de Tiempo (1998) de Mary Soto; a Concierto Animal (1999) de Blanca Varela; a Las Noches Hundidas (1968) de José Antonio Bravo; al Aprendizaje de la Limpieza (1978) de Rodolfo Hinostroza; al Cuarto Desnudo (1996) de Carlos García; y a los 56 Días en la Vida de un Frik (1996) de Morella Petrozzi.

Sin duda, una alta conversación mediada por la vida, las frustraciones y experiencias de tres cuerpos que cruzan generaciones, géneros, clases y etnicidad. Un intercambio que sucede en un espacio entre públicos, en un cauce que lleva a la joven, al hombre y al viejo (o la niña, el padre y el verdugo; o a la mujer, el maestro y el juez; o a la transgénero, el excluido y el inocente…) desde una pizarra-recipiente de lo distinto, lo variable, lo que se va dibujando y borrando; hasta un pupitre donde reposan letras originalmente pétreas que al mezclarse, sin embargo, van disolviendo máscara tras máscara hasta llegar a un rostro común de carne y consciencia. Un zumbido de teclas de una máquina de escribir termina de llenar la cabina del artefacto que colisiona con nosotros mismos.

Una nota redonda y roja también inunda la sala que nos alberga y que como si no estuviéramos allí (Hinostroza) nos empuja, no se sabe desde cuándo a la carrera por la cédula de identidad (Soto), de este ser nuestro que es la distancia (Adán), y que nada tiene en la cabeza (Varela). Ya no es cuestión de hablar, sino de oír (Guevara) para que nos pongan de inmediato en libertad (Cortés), aunque sea la de la tolerancia represiva (Hinostroza), sabiendo que somos nosotros mismos (García) y que el país se desangra en una nueva enfermedad (Bushby) de la que no nos queremos morir (Bondy).

Un mecanismo parecido al del cadáver exquisito va hilando la letra de Lo Mismo Lo Distinto, usando ganchos que conectan los pasajes de las trece obras con los espectadores. Estos ganchos están fabricados con demonios internos, contradicciones entre los polos femenino-masculino y el choque de modos de sentir. Es como si metieran en la licuadora los textos antes citados (lo mismo, lo invariable) junto con las experiencias vividas por los tres actores y el director (lo distinto, lo que cambia). El resultado es un cóctel de estímulos para un espectador todo poderoso cuando se le encara en colectivo, pero cargado de angustia y temor cuando es confrontado de manera individual cara a cara.

El Quipu Enredado presenta en Lo Mismo Lo Distinto, dos respuestas. Se tejen dos rostros de un mismo ser. Dos rostros enmascarados que poco a poco se quedan desnudos y se enganchan. La primera respuesta o primera dramaturgia amarra su inicio (la máscara), con el fin de la segunda. La sala dispuesta para la función es un espejo que refleja lo que los espectadores quieren mostrar a los demás y por lo tanto ver de sí mismos: una escuela, un velatorio o una fiesta. En todos los casos, una asamblea en la que cada quien puede encontrar su sitio si se anima.


Escrito por

Carlos Bedoya

Periodista y abogado. Interesado en política, economía y sociedad @cbedoyam


Publicado en

Disidencias

reflexiones, artículos, entrevistas, reportajes e investigación sobre política, economía, sociedad, género e historia.